Mauricio Gajer nació el 13 de setiembre de 1929, en Montevideo, en su amado Hospital Pereira Rossell. Vocacional desde la infancia, consideraba la Medicina como la mejor de las profesiones, optó por el camino de la Pediatría, porque siempre apostó al niño, como el tesoro más preciado de la humanidad.

Sus cualidades personales, acuñadas en el hogar se depuraron en la flama de quien fuera su maestro, el Prof. Euclides Peluffo, quien le imprimió una huella imborrable. Ética, bonhomía, perspicacia clínica, serían rasgos de su personalidad que se exacerbaron en el transcurso del tiempo.

En 1970, abandonó familia, amigos y país, trasladándose a París, en usufructo de una beca de más de un año. En el Hospital Saint Vincent de Paul, adquirió los conocimientos respecto a una especialidad desconocida en nuestro medio, el tratamiento de los niños críticamente enfermos. Regresó a Montevideo y el 20 de febrero de 1975, inauguró en el Hospital Pereira Rossell, la U.C.I.N. (Unidad de Cuidados Intensivos de Niños) primer Centro de Tratamiento Intensivo de Pediatría en el Uruguay.

Las características peculiares de su persona, lo hacen Jefe de Servicio por Salud Pública, y Jefe de Servicio por la Facultad de Medicina. Fue líder desde siempre, cumpliendo con aquel proverbio: primero no impedir, segundo estimular, tercero, dar el ejemplo.

Infatigable, puntilloso, perfeccionista, enseñó que el buen humor, la resistencia física, el equilibrio emocional y el sentido de la propiedad, eran cualidades imprescindibles para el buen funcionamiento del equipo. Pero, fundamentalmente, que el tesón y la perseverancia, eran indispensables para ella. Firme puntal de apoyo para sus médicos y enfermeras, fue estímulo permanente de superación constante.

Su atención siempre alerta, le permitiría escudriñar los repliegues más recónditos de la mente de su equipo, y al comprenderlos, fue capaz de compartir alegrías y tristezas. Atento, consejero sabio, Mauricio Gajer entraña el clásico concepto del “Maestro”, constituyéndose en Jefe respetado y amigo entrañable.

Su generosa inquietud lo llevó a recorrer los caminos de la República, para llevar su experiencia a los confines del país, reivindicando el derecho de los médicos del interior a enriquecer su acervo científico. Artigas, Salto, Paysandú, Rocha, Maldonado,... fueron auditorio ávido de sus enseñanzas.

Organizador excelente, no se conformó con los numerosos cursos para Pediatras con temas vinculados al Niño Crítico, sino que se proyectó más allá: presidió la Sociedad Uruguaya de Pediatría, el 18º Congreso Uruguayo de Pediatría y el Primer Congreso Latinoamericano de Pediatría Intensiva.

Su persona trascendió sobre fronteras, y fue miembro de las Sociedades de Pediatría de Francia, Argentina, Paraguay y Brasil, así como consultante de los países latinoamericanos. Publicó numerosos trabajos de alto rigor científico, que le merecieron el Premio “Rodríguez Saldún” en 1979, y en 1981 el Primer Premio Nacional de Medicina, así como también el Premio Asociación Médica del Uruguay.

Trabajó en forma infatigable en pos del Postgrado de Terapia Intensiva Infantil. Pasarían diecisiete años desde el comienzo de la U.C.I.N. para que el Intensivismo Pediátrico se reconociera oficialmente y surgiera el Postgrado de la misma. En el Mutualismo, fue destacado especialista, en la Asociación Española, IMPASA y el Sanatorio Americano. Humano y caritativo, con todos los padres supo entablar vínculos y convivir con ellos esperanzas y frustraciones.

Tuvo una eficaz y proficua actuación en el S.M.U., donde actuó como Secretario del Comité Ejecutivo en el período 1958 y 1959 y como Delegado ante la Junta Directiva del CASMU en el período 1960-1961.

A los 54 años, cuando la mayoría está pensando en retiros jubilatorios, o en la forma de disponer el mayor tiempo libre para disfrutar del ocio otoñal, se embarcó con “entusiasmo adolescente” en una aventura casi utópica, la creación del S.E.M.M., del que fuera su Director Técnico hasta el día de su muerte. Fue el líder espiritual indiscutido de este grupo médico y su prédica diaria fue la importancia de ser y mantener un grupo unido.

Desde el seno del mismo pudo implementar otra de sus visiones: el transporte del niño crítico. Aplicando todos sus conocimientos e ideas, que le habían valido un Premio Nacional en su trabajo, sobre el Traslado del Paciente Crítico, materializó esta inquietud en sólidas realidades, cuyo impacto dio lugar a que en Montevideo primero, y luego en el interior, se comenzarán a utilizar tanto los materiales como los métodos por él preconizados, para realizar el traslado del niño grave con las máximas garantías de seguridad.

En el plano comunitario, fué activo y creador brindando a todos su espíritu superior. Fue fundador y Director de la Fundación Manuel Pérez, fue miembro de las Sociedades de Beneficencia, como la B.B. del Uruguay. Cuando la muerte lo alcanza, Mauricio Gajer estaba trabajando en la construcción de una Escuela en un barrio marginado.

Al morir, Mauricio Gajer, ha franqueado el dintel de lo inolvidable, y ha dejado en la Pediatría Uruguaya, un mojón histórico.

Su voz y sus ideas no se extinguirán fácilmente, porque muchos de sus discípulos se sienten herederos de sus inquietudes y responsables de transmitirlas a
las actuales y a las futuras generaciones. Consecuentes a estos sentimientos, sus discípulos resuelven crear en su honor una Fundación Médica, que se llamará igual al Maestro: MAURICIO GAJER.

Dra. María Laura CamachoDirectora Técnica Unidad de Pediatría SEMM